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"La Biblia frente al Humanismo"

  • Foto del escritor: Rodrigo Rivera
    Rodrigo Rivera
  • 29 oct 2015
  • 3 Min. de lectura

Una de las grandes enseñanzas de la Reforma protestante, fue la suprema autoridad de la Escritura (Sola Scriptura) sobre todo asunto en la tierra y principalmente en la vida de cada creyente; siendo ésta la revelación misma de Dios hacia el hombre de manera especial, aunada a su revelación general mediante todo lo creado. (Romanos 1:19-20)

La Escritura, siendo la estructura escrita de la autoridad de Dios, nos muestra una perspectiva divina y no humana de los asuntos más importantes (verdades manifiestas y absolutas) para que el hombre conozca a Dios y por ende la obra perfecta de la redención, desde el principio hasta el final. La Biblia es la manera eficaz para conocer a Dios según lo que se nos ha revelado; todo lo demás le pertenece a Él mismo. (Deuteronomio 29:29)

Lamentablemente el hombre ha buscado prevalecer por sobre todas las cosas, buscando el dominio y el control de todo lo existente (visible e invisible según las convicciones de su razón) para la explicación de su existencia; dejando a un lado por completo a Dios (Romanos 1:21-23) creando alternativas de pensamiento, lógica y teóricas para comprender el mundo; desde el materialismo, hasta el pragmatismo y el relativismo; cada uno adaptándose a la moral del hombre y la proyección de sus intereses.

El humanismo no sólo es un asunto del mundo (1 Juan 4:6) sino que lamentablemente debido al estilo de vida que ha adoptado el hombre, la tecnología y el avance de la ciencia y la explicación empírica de las cosas; ha dado lugar a la introducción, aceptación y expansión del humanismo dentro de la iglesia. El humanismo recorre también por la sangre de creyentes y no creyentes; dando lugar a una vida ciertamente superficial en la comunión con Dios y sus diversas manifestaciones de fe.

El secularismo y el humanismo han invadido las filas en medio de la iglesia; dando como resultado centros de motivación “espiritual”, emocional y de autoestima; asuntos que ciertamente contradicen la autoridad de la Biblia, ya que ésta nos presenta otra perspectiva de la senda del justo y por si fuera poco, los lleva a errar en la vida de fe de todo aquel que promueve ser creyente y discípulo de Cristo:

  1. La Biblia no promueve ni apoya un Evangelio emocional o de motivación espiritual; sino que nos conduce a la renovación de nuestra manera de pensar mediante la Escritura por gracia de Dios: Romanos 12:1-2

  2. La Biblia no promueve la revelación de Dios para la felicidad del hombre, sino para salvación; no para prosperidad económica o estabilidad social o familiar; sino que nos llama a la santidad: Juan 16:33 / Romanos 1:16 / Mateo 10:34-35

  3. La Biblia no promueve un Evangelio de autoestima o de elevación espiritual; sino de amor y obediencia: Mateo 16:24 / Mateo 10:38 / Hebreos 12:6 / Romanos 12:3

  4. La Biblia no promueve la exaltación o el valor intrínseco del hombre, sino la vida entorno a Cristo y su exaltación a causa de su obra redentora para salvación: Romanos 11:36 / Apocalipsis 5:13

Podemos darnos cuenta que el humanismo y el valor del hombre como medio de exaltación espiritual y material es nulo frente a las Escrituras. Cuando todo creyente se expone enteramente a la Biblia se dará cuenta que el paradigma que construyó acerca de Dios y de sus manifestaciones por medio de la gracia, son quizá erróneos o totalmente equívocos.

La Biblia no es un libro que sustituya el sentido común del creyente (responsabilidades, obligaciones y acciones cotidianas) y mucho menos la obra del Espíritu Santo; pero es la base escrita para el crecimiento de nuestra fe y nuestra salvación (Romanos 1:17, Efesios 1:13, 1 Pedro 2:2) por medio del Espíritu Santo pero en conjunto del Evangelio.

Hay que despojarnos de toda moral humana, valor secular, pensamiento pragmático y falsa doctrina que se levanten en contra del conocimiento de Dios (2 Corintios 10:5) y comprender realmente cuál es la buena, agradable y perfecta voluntad de Dios para la vida de cada uno de los creyentes. El humanismo y ninguna de sus expresiones o manifestaciones tienen sentido, lógica o valor dentro del marco divino de referencia para conocer a Dios que es la Biblia.

La Biblia es la suficiencia para todo creyente, fuera de ella no habrá conocimiento de la redención y por ende, no habrá salvación. Las Escrituras nos enseñan a Dios mismo a causa de su relevación por amor al hombre; más allá de filosofías y razones humanas, nos enseña qué es lo que necesitamos para creer en Cristo, conocer al Padre y actuar conforme a la instrucción y dirección del Espíritu Santo. La Biblia no es humanista, no se centra en el hombre y mucho menos lo lleva a su exaltación y adoración, sino todo lo contrario. (2 Timoteo 3:16-17)

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