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"La prostitución de la democracia"

  • Foto del escritor: Rodrigo Rivera
    Rodrigo Rivera
  • 28 sept 2015
  • 3 Min. de lectura

"La democracia es una bandera que han portado los ejércitos para combatir la libertad, fomentar la represión y subyugar a los pueblos." Rodrigo De R.

No alcanzo a concebir la democracia como el "mejor ideal" para vivir, es una utopía que ha dañado a más pueblos y naciones que las guerras y grandes dictaduras. La democracia ha sido un gran juego para la justificación de los perversos medios para conquistar o eliminar de la faz del tablero internacional, donde sólo caben los ideales de los grandes mounstros de occidente, una coordinada mundial deteriorada y cansada, pero constante y agresiva.

La democracia al menos "occidental" ha procurado "según" humanizar (deshumanizar) al hombre para trasladarlo de un sistema conformado por personas a un sistema conformado por números, por códigos, por balances, deudas y pagos. Un sistema que ha fermentado en sus entrañas la libertad, la pluralidad cultural y étnica; que ha desvanecido en un vaso de agua amarga la identidad de las naciones; ha provocado una aberrante mancha de alienación en la piel del planeta.

No creo en la democracia como estandarte y mucho menos como parámetro de medición, "la vara alta" que debe reprimir al que vaya en contra de lo establecido, de la autoridad de la tradición y la costumbre política y económica; una "vara alta" que premia al que obedece y se somete a la opresión de los intereses de unos cuántos; es una falacia eso de la "democracia", es un absurdo creer en algo que no ha funcionado.

La libertad no es sinónimo de democracia; es más la democracia misma es la prostituta de poderes fácticos, de celosos hombres y mujeres enfermos de poder, esos que se deleitan en corromper sistemas y estructuras, que se alimentan de sociedades y naciones. La democracia duerme con rectos y perversos, con políticos y empresarios pero nunca la he visto descansar en lo que por naturaleza etimológica nos indica: el pueblo.

Somos víctimas de un desorden político, de un poderoso caos que promete enloquecer hasta lo profundo de las intenciones del mejor político, del mejor filósofo e intelectual; es como una ramera que se comporta al compás de sus pasiones pero no del juicio de sus razones. Creo que la democracia en sí misma es utilizada para amparar los caprichos de aquellos que siguen amparando la subyugación de los pueblos; es en sí misma una monarquía moldeada al compás de procesos, de instrumentos burocráticos y de repartición de funciones, más no del poder.

En sí misma (aunque yo sea criticado en su totalidad) la democracia es una forma de idolatría; es un ídolo que le han fabricado ojos para "vigilar" la integridad y gobernanza, que tiene boca para "proclamar" las virtudes del gobierno de los "pueblos" (caciques mejor dicho) y que tiene pies para según "andar" por el mundo y brazos para "abrazar" a todas las naciones.

Lo que ignoran es que crearon una forma de gobernar semejante al hombre corrupto; un ídolo que no ve, que no siente, no cree, no habla, no anda; es una figura inerte, así la democracia, es un ídolo que vive por el ideal pero que ha muerto por la fatalidad de su prostitución. No vive, no está latiendo; no hay nada que pueda hacer; es una figurilla más de los hombres.

Seguirá siendo adorada hasta que el ídolo, la ramera y prostituta democracia cese mediante la dictadura de una cuarta manera de gobernar. Porque el pueblo jamás ha gobernado, el pueblo no ha decidido, el pueblo ha sido enmudecido para obedecer al autoritarismo y al despotismo de un sistema que ha muerto desde hace siglos. La democracia murió, fue apedreada, fue lapidada y peor aun, violada delante de los ojos de todos sus fieles. Enmudecidos por la ambición, cegados por la pobreza y enloquecidos por la falta de razón política.

 
 
 

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